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domingo, 20 de mayo de 2018

El embrujo de Barjac Ombrée.

 Llevaba décadas haciendo bolillos, pero asentada en los mismos conocimientos, sin forzarme a subir un escalón de dificultad. La comodidad, las prisas de la vida y la lógica del trabajo me obligaban a permanecer en el mismo tipo de encaje... Hasta que la vida se tuerce, cuando torcer no significa ir a peor, significa que ha llegado el cambio que necesitabas.

 Tras muchos años discutiendo los patrones en soledad, decidí asistir a unas clases de bolillos diferentes. María Jesús Ruíz me abrió una ventana que no había visto en la pared. Me presentó a las grandes. Nombres que, al principio, me resultaban impronunciables, y que ahora me salen sin pensar. Ella me mostró la grandeza del encaje. Me educó en un protocolo artesanal ineludible para ser la encajera que yo ocultaba involuntariamente. Pero el mérito que Ella tiene marcado en mi formación es el de haber inclinado mi interés hacia un encaje que ni yo misma sabía que quería encontrar. 

 Tras varios tipos de encaje de cinta, pasamos a practicar el tul, en las raíces del encaje inglés. Los diseños de iniciación al Encaje de Bucks me atraparon en los giros de su red básica y en sus formas redondeadas. Después llegó el Encaje de Tonder, más geométrico, pero de interesante técnica. En los ejercicios de Encaje de Chantilly mis ojos ya no podían brillar más. En ese momento era necesario nombrar a Ulrike Voelcker, cuyo trabajo me tiene totalmente abstraída. Su particular visión del tul me invadió sin resistirme. Y fue entonces cuando se derramó sobre mí su pócima más increíble: el encaje de Barjac Ombrée.

 En su libro más admirado, Ulrike narra cómo encontró en un mercadillo un arrugado y olvidado trozo de encaje, de corte alargado y tono oscuro, realizado bajo unas directrices que correspondían a todas y a ninguna de las técnicas de bolillos hasta ahora descritas. Se podría decir que ella sintió que tenía en sus manos el Santo Grial del mundo del encaje. Después de relatar su hallazgo, el texto avanza en el detallado estudio del retal, distinguiendo secciones según el dibujo que se representa, con una minuciosa disertación de cada una de ellas, tratando de encontrar una lógica explicación que sirva de base a su método. El libro concluye con una colección de muestras diseñadas por la propia Ulrike Voelcker, añadiendo las oportunas indicaciones y el patrón para poder tejerlas. 


Tejiendo encaje de Barjac Ombrée con bolillos ingleses de madera de lila y de hueso, torneados por Chris Parsons.

 Aunque la autora expone un glosario de posibles hilos a utilizar, tanto de hilo base como de reseguido, en esta muestra se han empleado hilos que no están incluídos en ese listado. Se trata de la seda negra L12 de O percheiro dos croques y la seda negra del n. 30 de Seta Reale.

  Para una correcta realización del patrón, dibujé en mi cuaderno de encajes el punto de fondo, definido como "Der Grund" por Ulrike Voelcker, pretendiendo alcanzar una familiaridad con tan complicado diseño. Incluso repasé el diagrama de colores para no olvidar ninguno de los constantes cambios de puntos que se producen en el desarrollo del encaje. En esta técnica, los errores son insalvables, precisan volver atrás irremediablemente, bajo la sombra de la posible rotura del fino hilo con el que se está trabajando. Además, es fundamental mantener los bolillos en ordenada secuencia. La fórmula más utilizada para lograrlo es introducir sus anillas de abalorios, conocidas como "spangles" entre las encajeras inglesas, en gigantes imperdibles. El imperdible que aparece en la foto me supera en años. Mi abuelo lo hizo para que mi Madre pudiera tricotar los distintos dibujos en la ropa de la canastilla para mi hermana.

Aparente desorden durante el trabajo.





 Los dibujos de dentro de los motivos alternan zonas "ombrée" con figuras propias del Encaje milanés.
Cada vez que vuelvo a mirar el resultado, no puedo evitar sonreir.



viernes, 19 de agosto de 2016

Una Tía, un pañito de bolillos.

 He pasado tanto tiempo, sobre todo veranos, en las casas de mis Tíos, que en todas me siento como la hermana pequeña. Mis Tíos me han acariciado la cabeza como si fuera un hijo más. Y mis Tías se parecen tanto a mi Madre que una vez hasta me equivoqué. Por tanto, es lógico que los lazos se aprieten hasta transformarse en nudos.

 Y esta relación tan intensa, ¿se podría expresar con hilos? ¡Así que decidí que les tenía que hacer un pañito de bolillos!

 Eran los principios de los comienzos. Apenas sabía coger cuatro pares a la vez; y descubrí que los extremos en pluma no eran mis favoritos. Sin embargo, había seleccionado para Tía MariNaty un pañito pequeño, sin apenas tela en el centro. Elaboré el pañito con hilo Fincrochet del número 50, en un blanco más apagado. Aún así, se acabó antes de que me diera cuenta. Será por la ilusión que le puse...








Mucho más satisfactorio que el borde fue ir elaborando cada una de las doce arañas que se sitúan alrededor.

 A pesar de haber hecho alguna puntilla, parecía que quería especializarme en hacer pañitos. Buscaba que el tamaño de la tela central fuera ínfimo. Había que darle importancia al encaje en sí. De pocas revistas disponía para ayudarme, no estaba tan informada como ahora de todas las posibilidades a las que podía acceder. 



 Recuerdo que sólo con el dibujo de la cuarta parte del pañito, logré imaginar que resultaría lo suficientemente llamativo como para gustarle a Tía Carmen... y así fue.


 El punto de la virgen me atrapó. Y me obligó a poner mis sentidos en la labor. El descuido más liviano suponía no cruzar un par y ya el motivo quedaría incompleto. Los grupos de seis arañas le daban la transparencia de un auténtico encaje.


  
 Después de tanto tiempo entre mis manos ahora adorna la cómoda de su dormitorio.

 Pero estos duros principios se quedaron muy atrás. Se aprende a seleccionar los patrones, a leer los picados antes de empezar, a saber qué hilo interesa más para realizar un trabajo que habla por sí sólo. Pero sobre todo, se aprende a abrir campo, a buscar el triple mortal... y a explotar todos los conocimientos a la vez.

 Aunque era fácil abrir un cajón y encontrar el minúsculo trozo de tela que precisa un pañito de bolillos, decidí que se podría conseguir el efecto del segundo encaje.

 Con esta nueva visión está realizado el pañito para Tía Pilar, difícilmente impresionable, creo que en esta ocasión dejará estirar sus labios complacida. Se trata de un encaje de bolillos con varios puntos combinados : punto entero, medio punto y arañas.











 Es inevitable contemplar el centro del pañito, donde se ha cosido un pequeño retal de tul en algodón beige, y sobre él, con hilo Anchor color ecru, se ha bordado a punto de flores una sola flor. Los pistilos de la misma son presillas de festón. Queda marcado el contorno de la flor con punto de cadeneta. El fondo del tul está adornado con ondas y punto de pasta.










 Cada Tía es dueña de un sentimiento : Tía MariNaty es la emoción explosiva del que está aprendiendo, Tía Carmen es la serenidad del que practica la experiencia, y Tía Pilar es la inquietud del que investiga y combina técnicas, buscando sensaciones nuevas.

viernes, 29 de julio de 2016

Hilos para hacer encaje de bolillos.

  El encaje de bolillos es quizá la técnica de labores más delicada de realizar. Requiere de bastante atención por parte de la encajera, ya que la más mínima distracción supone un error que no se conocerá hasta avanzar en el encaje, y volver atrás significa haber trabajado para nada. Además, hay que añadir el peligro que supone deshacer el encaje, puesto que el hilo, que ha sido torcido decenas de veces, se vuelve débil, y amenaza con romperse. 


Pañito de bolillos para Taty por su cumpleaños.
Hilo Fincrochet del n. 50.






 Hilo Finca para hacer bolillos.










 Cesto de trapillo en rosa hecho por mi prima Taty, lleno de hilo Fincrochet.

 Para hacer bolillos se puede utilizar cualquier hilo, aunque los favoritos de las encajeras son Finca y Fincrochet, ambos de Presencia Hilaturas S.A., en distinto grosor. 30, 40, 50 y 100 son los más comunes y, en particular, los dos últimos. De cada número existen varios tonos de beige y, por supuesto, blanco. Déjate aconsejar en Novedades París, en Zaragoza.




 Algunos profesionales abren la posibilidad de utilizar otra calidad de hiloPatrons Roka ofrece unos conos de viscosa bastante adecuados para realizar sus patrones de chal, en varios colores.


 Es también habitual introducir un par de bolillos llenos de un hilo brillante, incluso metalizado, para resaltar el borde del encaje o marcar un dibujo del mismo. Este hilo puede ser de rayón, de viscosa o sintético.

 En la Mercería El Siglo de Zaragoza, además de recomendar el hilo Fincrochet, tuvieron la idea de hacer bolillos con hilo de rayón. Los resultados son muy llamativos, ¡pruébalo!
 Fila superior : hilo metalizado.
Fila inferior : hilo de rayón.

 Los cuatro palillos de bolillos que acompañan la imagen son de madera y están hechos a mano. Mi Tía MariNaty los ha decorado representando los cuatro elementos de la naturaleza : agua, tierra, fuego y aire.




 Éste es el bolsillo que lleva en la parte de delante la bolsa que hizo mi Madre en lienzo moreno para mi torta de bolillos gallega.







 La puntilla está hevha por mí en la misma torta gallega con hilo de rayón de la Mercería El Siglo.

 Y, puestos a buscar hilos originales para hacer encaje de bolillos, por qué no utilizar un hilo de algodón, pero que sea resistente, para poder torcerlo y torcerlo, y que aguante otra vuelta más. Yo he probado con el hilo de acolchar de patchwork... y me ha sorprendido. Acostumbrada al tacto suave de los hilos de algodón habituales, me he encontrado con un trabajo rígido, pero exacto, sin posibilidad de curvas, pero diferente. ¡Y me ha gustado!

 Los palillos de bolillos también son diseño original de Tía MariNaty.

 El pañito rojo está hecho con hilo Gütermann para acolchar patchwork. Siendo un hilo bastante tenso, sorprende su facilidad para moldearlo. No esperes un brillo como el del algodón, el resultado es mate.