viernes, 19 de agosto de 2016

Una Tía, un pañito de bolillos.

 He pasado tanto tiempo, sobre todo veranos, en las casas de mis Tíos, que en todas me siento como la hermana pequeña. Mis Tíos me han acariciado la cabeza como si fuera un hijo más. Y mis Tías se parecen tanto a mi Madre que una vez hasta me equivoqué. Por tanto, es lógico que los lazos se aprieten hasta transformarse en nudos.

 Y esta relación tan intensa, ¿se podría expresar con hilos? ¡Así que decidí que les tenía que hacer un pañito de bolillos!

 Eran los principios de los comienzos. Apenas sabía coger cuatro pares a la vez; y descubrí que los extremos en pluma no eran mis favoritos. Sin embargo, había seleccionado para Tía MariNaty un pañito pequeño, sin apenas tela en el centro. Elaboré el pañito con hilo Fincrochet del número 50, en un blanco más apagado. Aún así, se acabó antes de que me diera cuenta. Será por la ilusión que le puse...








Mucho más satisfactorio que el borde fue ir elaborando cada una de las doce arañas que se sitúan alrededor.

 A pesar de haber hecho alguna puntilla, parecía que quería especializarme en hacer pañitos. Buscaba que el tamaño de la tela central fuera ínfimo. Había que darle importancia al encaje en sí. De pocas revistas disponía para ayudarme, no estaba tan informada como ahora de todas las posibilidades a las que podía acceder. 



 Recuerdo que sólo con el dibujo de la cuarta parte del pañito, logré imaginar que resultaría lo suficientemente llamativo como para gustarle a Tía Carmen... y así fue.


 El punto de la virgen me atrapó. Y me obligó a poner mis sentidos en la labor. El descuido más liviano suponía no cruzar un par y ya el motivo quedaría incompleto. Los grupos de seis arañas le daban la transparencia de un auténtico encaje.


  
 Después de tanto tiempo entre mis manos ahora adorna la cómoda de su dormitorio.

 Pero estos duros principios se quedaron muy atrás. Se aprende a seleccionar los patrones, a leer los picados antes de empezar, a saber qué hilo interesa más para realizar un trabajo que habla por sí sólo. Pero sobre todo, se aprende a abrir campo, a buscar el triple mortal... y a explotar todos los conocimientos a la vez.

 Aunque era fácil abrir un cajón y encontrar el minúsculo trozo de tela que precisa un pañito de bolillos, decidí que se podría conseguir el efecto del segundo encaje.

 Con esta nueva visión está realizado el pañito para Tía Pilar, difícilmente impresionable, creo que en esta ocasión dejará estirar sus labios complacida. Se trata de un encaje de bolillos con varios puntos combinados : punto entero, medio punto y arañas.











 Es inevitable contemplar el centro del pañito, donde se ha cosido un pequeño retal de tul en algodón beige, y sobre él, con hilo Anchor color ecru, se ha bordado a punto de flores una sola flor. Los pistilos de la misma son presillas de festón. Queda marcado el contorno de la flor con punto de cadeneta. El fondo del tul está adornado con ondas y punto de pasta.










 Cada Tía es dueña de un sentimiento : Tía MariNaty es la emoción explosiva del que está aprendiendo, Tía Carmen es la serenidad del que practica la experiencia, y Tía Pilar es la inquietud del que investiga y combina técnicas, buscando sensaciones nuevas.

2 comentarios:

  1. Los tres me gustan. Cada uno en su estilo. Me encanta que los hayas hecho porque se lo merecen, las tres. Gracias

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