sábado, 12 de septiembre de 2020

El bordado sobre tul de Noelia Morillo

 Si quieres ver encajes bordados en tul con maestría, tu mejor destino es un grupo de Facebook llamado Bordando tul, tutoriales con Noelia Morillo. La ligereza del tul, su delicadeza y su sensación de calma es la misma que transmite la voz de Noelia en sus videos. Estamos ante una de las manualidades que más abstraen, con su frágil realización consigue absorber a la bordadora.

 Cuando entré en esta comunidad, ya había organizado un trabajo en grupo: un pañuelo para bordar sobre tul, dirigido por ella, por Noelia Morillo. Mediante videos cortos nos indica la elaboración de cada parte del patrón, en un entorno de sencillez eminentemente práctico. Tras escuchar cada efímera grabación, tus ojos buscan la aguja para comprobar que eres capaz de repetir tan precisa y a la vez escueta explicación.
 El aprendizaje está asegurado, y se constata con el hecho que muchas encajeras que han acabado su pañuelo contactan con Noelia para adquirir el abanico a juego con el pañuelo, y bordarlo sin apoyo didáctico.
 
 Quedé con ella en hacerlo y escribir sobre el grupo en este blog, pero las ideas se van pisando en el tiempo y, al final, se retrasan más de lo esperado.

 Cambié algunas cosas, como el trabajar en plano, ya que sobre el rulo no me sentía cómoda, a pesar de que considero que es una forma muy práctica de bordar. Pero de este detalle aprendí a no guardar mi trabajo doblándolo, sino enrollándolo para no crearle pliegues al tul ni viciar al hilo ya bordado. Además, mis finales de vuelta no son como para dejarlos al aire, por lo que una cadeneta realizada con una aguja con punta corrige las formas de las figuras. Y así es el remate de mis primeros bordados en tul, aunque pretendo eliminar este adorno en mis futuros proyectos.

 Todos los pañuelos que habían realizado las compañeras en el grupo eran blancos o beige, así que decidí darle un poco de fuerza al mío, bordándolo con hilo gris sobre tul negro. Para el festón del borde y para el contorno de las figuras elegí el tono de gris más oscuro, situando estas líneas en segundo plano. Cuando acabe el pañuelo, aumentaré este efecto repasando el contenido de las figuras con una piedra de ágata, simulando a como se pulen los rellenos en el encaje de Aleçon, aunque en ese caso se utiliza una pinza de bogavante.
  Pero la aguja se quedó clavada en el tul, y el bordado bajo una tela para preservarlo del tiempo que pasaría sobre él. Sin embargo, la obligación de estar en casa de hace unos meses fue el momento perfecto para avanzar el trabajo. Y tanto avanzó que, al final, pude acabarlo, bajo la sombra de no tener hilo suficiente y la dificultad de no poder conseguir más. 
 Publiqué una foto desde la terraza cuando le dedicaba mi tiempo de nuevo, y creó bastante conversación. Ahora, os puedo enseñar un pañuelo con muchos novios y del que me siento bastante orgullosa, la verdad. No es el primero... ni lo último en tul.

                

  






  Trabajando sobre un rulo.


Bordando en la terraza.


                                                                                                     Festón de contorno en gris oscuro.


Recortando el borde con unas tijeras de Conchi Pérez.









jueves, 4 de junio de 2020

Colchas de verano.

 Hasta que llegan los cuarenta grados en julio y agosto, existe un tiempo de cambio en el que la ropa gruesa empieza a molestar, pero las noches piden algún pañuelo en el cuello. Es la época a la que yo llamo "de colchas de verano". Durante el invierno, los brazos del sofá y de los sillones están ocupados por mantas pequeñas que ofrecen el resguardo ante la caída del sol. Entre mis favoritas está una colcha beige que me hizo mi Tía Carmen. 
 No me gusta ver esos sitios vacíos durante el verano, así que, cuando llega el calor, cambio esas gruesas mantas por otras más ligeras, de algodón, y habitualmente hechas de crochet. Dan un ambiente fresco sin perder el detalle del complemento. 
 Al igual que a muchas os pasa, tengo varias labores empezadas. Una de ellas es hacer pequeños cuadrados de crochet, también llamados "grannys" o "cuadrados de la abuela", a partir de ovillos de colores, para luego unirlos y confeccionar así una manta. Creo que tengo ya hechos unos ochenta. A ratitos y en cualquier sitio se pueden hacer, es una labor que ocupa poco espacio al transportarla.
 Si sois seguidores de este blog, ya habréis adivinado que no se me ha ocurrido a mí. La idea de las colchas en los brazos del sofá es una costumbre copiada de casa de mi Madre. Y el hacer las mantas con restos de telas de colores... ¡pues también lo he aprendido de ella! 
 No conozco a nadie que haga crochet con la tensión tan exacta como mi Madre, ya lo comentamos en labores de crochet. Se puede pasar horas elaborando proyectos tan complicados como jerseys y chalequillos para sus nietos. Al término de estos trabajos, han surgido pequeños ovillos de distintos colores, que ha destinado a colchas de verano. Os puedo asegurar que los niños las usan bastante. 

Vista general, donde se puede apreciar la experiencia haciendo crochet.

 

 Esquina de la 
colcha de Manu.















              
Esquina de la colcha 
de Ange.      





¿Te apetece sentarte un ratito a charlar?


miércoles, 18 de marzo de 2020

Palillos de bolillos de madera (4).

 Recordar los difíciles comienzos de todo es valorar lo que se tiene ahora, y ayuda a apreciar el avance que se ha conseguido. Si se recuerda resoplando, entonces se ha avanzado poco. Sin controlar mi gesto al volver la vista atrás, sé que lo hago sonriendo, por lo feliz que fui, disfrutando de mis apreciados primeros cincuenta palillos de bolillos, de madera de Boj. A éstos le siguieron los adquiridos en el primer Encuentro de Bolillos al que asistí, en Huesca. Entrar en el pabellón y ver a todas esas encajeras haciendo sonar sus palillos a la vez... Sigo manteniendo esa ilusión dentro.

 Como era inevitable, mi Taller de Hilos ha ido creciendo. De no tener mesa donde dejar mi primer mundillo a no tener mesa donde dejarlos todos, a pesar de casi dos metros de mesa. Hay que puntualizar que deben compartir espacio con otros proyectos de costura. Siempre llevo varias ideas a la vez, porque dependiendo del tiempo que tenga me dedico a una o a otra actividad.

 En el mundo del encaje de bolillos existen manos que son muy admiradas por su maestría, dando lugar a encajes imposibles. Por otro lado, también encontramos artistas paralelos que facilitan el llegar a trabajar encajes de exposición: son los artesanos de los materiales. A veces son conocidos sólo a nivel local, cuando su arte no es de una tarde, y sus joyas provocan los más profundos sentimientos. En este grupo, destacan los proveedores de palillos de bolillos, obtenidos de diferentes materias, donde la madera es la más buscada. 


Bolillos alemanes, realizados en madera de Haya blanca. El hilo queda protegido de las manos con una funda desmontable en madera de Cerezo.

Palillos de bolillos de Bayeux en madera de Violeta, de Palo rosa y de Amaranto.

 Palillos de bolillos ingleses de Honinton en madera de Palisandro, y palillos de bolillos suizos Roman en madera de Guatambu y de Palisandro oscuro.

Palillos de bolillos en madera de Ébano, con distintos labrados, y de Bayeux en el centro. Estos palillos suelen ser los más admirados y también los de mayor valor económico.

 Actualmente, para realizar mis encajes dispongo de más de mil palillos de bolillos... Cuando llegué a mil, dejé de contarlos, porque siempre me faltan.




domingo, 9 de febrero de 2020

Colcha de crochet azul en zig-zag.

 En casa siempre han gustado los libros. Recuerdo observarlos de pequeña con una tremenda curiosidad, pero nunca tocarlos. Conforme fue pasando el tiempo, entendí que ya podía mirar su contenido.


 Entre las novelas, enciclopedias y libros históricos, llamó mi atención una colección de doce libros encuadernados al estilo de los años ochenta, en cuyo lomo se podía leer "Labores". Hoy visten una estantería en mi casa.



 No tengo palabras para expresar la ilusión por leer su contenido, a modo de fascículos, en el que se trataban varias técnicas. Las fotografías, muy de la época, mostraban, efectivamente, labores, con un marcado carácter hogareño, útiles en el día a día, infantiles o textiles de casa. Los diagramas y explicaciones estaban dirigidos a una experta ama de casa, acostumbrada a elaborar prendas de vestir y complementos de ajuar. Demasiado bagaje como para empezar a aprender...
 Sin embargo, una fotografía colorista consiguió hacerme pensar que sería capaz de lograr una labor similar a la que estaba observando.




 



 Con esta idea, comencé a tejer una colcha siguiendo un patrón en zig-zag, aumentando y disminuyendo puntos cada seis, a la vez que combinaba distintos tonos de azul, en franjas de diferente anchura.


 Este tipo de labores son tediosas, se alargan en el tiempo, y por lo general, suelen cansar por la rutina de su diseño. Conforme se va haciendo, va aumentando su peso, impidiendo el poder hacerla en otro sitio que no sea el sofá de casa. Por no hablar del calor que transmite, acotando la estación del año en la que se teje. En una primera interpretación parece que pretendo justificar el excesivo tiempo empleado para trabajarla. Sin embargo, intento enfatizar el valor que se incluye entre punto y punto, por la perseverancia y paciencia que llevaron a su conclusión.
 Pero, después de quince años, llega la satisfación de su fin. Y la alegría de haber prometido tan laboriosa prenda a alguien que quieres... ¡¡para que pueda dormir la siesta calentito!!








¡¡A la cama, moreno!!